LA MOVILIZACION HACÍA AL CAMBIO Y SU RELACIÓN CON LAS EMOCIONES
Me gustaría compartir con vosotros/as algo que suele ser frecuente que encuentre en consulta y es la relación que existe entre los estados emocionales y la capacidad que siente tener una persona hacía una situación de cambio. Para efectuar un movimiento es necesario plantearse previamente varios aspectos: qué me moviliza (el por qué, cual es la causa, qué necesidades no tengo cubiertas), hacía dónde quiero movilizarme (el para qué, cual es mi finalidad, qué necesidades buscaré cubrir) y, cómo no, qué habría de hacer para alcanzar mi objetivo.
Ahora bien, los movimientos antes planteados son bastante racionales (aspecto necesario para procurar actuar con cierta coherencia). ¿No contemplamos la parte emocional desde la que efectuamos el cambio? Esto es bastante importante, dado que, dependiendo de nuestro estado emocional nos moveremos o no, sentiremos la necesidad de hacerlo o no, nos encontraremos con la capacidad para hacerlo o no. Analicemos esto desde algunas emociones primarias ¿Creéis que nos movilizamos de la misma forma si la emoción que sentimos es el miedo, la tristeza o la ira?
La TRISTEZA en su máximo exponente podríamos decir que es la depresión. Cuando nos encontramos una persona en consulta con lo que se conoce como Trastorno Depresivo Mayor, su sintomatología, entre otros, es el aislamiento, el decaimiento, el abatimiento, la inacción. En menor gravedad, cuando nos sentimos tristes (sin llegar a ser patológico), también manifestamos cierta de esta sintomatología, predominando la no movilización hacia cualquier cambio. La tristeza, mantiene a la persona en un letargo y solo cuando el estado emocional de la persona varía mediante su compromiso con la acción, es capaz de romper con ese letargo.
El MIEDO, por otro lado, presenta un desarrollo diferente, dado que, comprendiendo el mecanismo innato de supervivencia de lucha-huida, ante el miedo el ser humano es capaz de actuar mediante la evitación (conductas fóbicas) o mediante la pulsión del ataque (conductas contrafóbicas). Un trastorno en el que está muy presente el miedo es la Ansiedad, donde la sensación de falta de control ante un elemento determinado de la vida hace que la persona se sienta insegura, y ante esa sensación, podrá actuar evitando el elemento disparador de malestar (incrementándose así el miedo) o actuando de forma descontrolada a modo defensivo. En el primer caso, la persona piensa que tiene el control por la no exposición al miedo y en el segundo que tiene el control por lo contrario. Pero lo obvio es que en ninguno de los dos casos se ha expuesto de forma controlada a su miedo.
La IRA, por último, quizá sea la emoción que más moviliza de todas las primarias. Desde la ira, la persona ataca o se defiende por la sensación de vulnerabilidad de alguna de sus necesidades. Si hablamos sobre los estilos de comunicación (pasivo-asertivo-agresivo), la irá representaría al estilo agresivo, el cual se moviliza hacía la defensa de sus propios derechos, aunque de una forma disfuncional. Cuando sentimos ira, también sentimos la capacidad de poder actuar. Una adecuada gestión de este estado emocional podría hacer que la persona pueda defender sus necesidades, pueda movilizarse hacía el cambio, sin vulnerar las de los demás.
Para la movilización hacía el cambio es tan importante comprender, a nivel racional, cual es la forma más adecuada de proceder, el por qué y el para qué, así como la observación y entendimiento de los propios estados emocionales que son, sin duda, quienes de verdad promueven la necesidad de cambio, pues, aunque nuestro estado emocional nos pueda dificultar la movilización, si que puede existir deseo de cambio. No hacer no tiene por que ser no querer, si no no saber o no poder.
La coherencia entre la gestión adecuada de nuestros estados emocionales junto con el entendimiento de nuestras necesidades y la clarificación de nuestros objetivos vitales, puede hacer que logremos movilizarnos al cambio de forma funcional.
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