Psicólogo Álvaro Tomás
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La población se nos mata y no hacemos nada. La realidad del suicidio en España


Antes de comenzar este artículo me gustaría aclarar algunos conceptos relacionados con la temática del suicidio que es interesante queden claros previamente, entre los cuales destacan:


  • Suicidio: Acto por el que una persona, de forma deliberada, se provoca la muerte.

  • Pensamiento suicida: Pensamiento que instiga a la persona a atentar contra su propia vida.

  • Actitud suicida: Tendencia conductual del individuo hacia el suicidio.

  • Tentativa suicida: Intento de suicidio, sin consecución final.

  • Autolisis: Daño físico autoinfligido, sin consecución final de suicidio.


Una vez explicados y aclarados estos conceptos, cabe decir que la muerte por suicidio es la primera causa por muerte violenta en nuestro país y, aun hoy, no recibe la atención que se merece. Los últimos datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), nos cuentan que en el año 2016 se perpetraron 119 suicidios en la Región de Murcia, duplicando a las 60 víctimas por accidentes de tráfico. A nivel nacional, el mismo instituto y para el año 2008 (comienzo de la crisis económica) se registraron 3030 muertes por accidentes de tráfico y 3457 muertes por suicido. En 2016, a nivel nacional, el INE reseñó un total de 1890 muertos por accidentes de tráfico y 3569 muertos por suicidio.


¿QUÉ NOS DICEN ESTOS DATOS?


  • Las cifras de muertes por suicidio alcanzan tasas históricas, que cada año ascienden, que no disminuyen y que es mayor su distanciamiento con las cifras de, por ejemplo y como referimos, los accidentes de tráfico.

  • Las cifras de víctimas de accidentes de tráfico han descendido, en 10 años, a casi la mitad, dado que han aumentado las restricciones, los controles y las campañas de prevención, entre otras medidas de gran utilidad.

  • No hay establecido ningún plan de prevención a nivel estatal que controle este aumento desorbitado.

  • No hay campañas de sensibilización mediáticas contra el suicidio, como sí las hay contra el acoso escolar, el maltrato de género, los accidentes de tráfico o el maltrato animal.

  • No se está haciendo nada útil, ni a nivel nacional, ni a nivel regional. A las cifras me remito.


¿Qué estamos haciendo?

¿No somos capaces de ver esto?

¿Por qué se nos tapa esta abrumadora y horrible realidad?

¿De veras queremos seguir fingiendo que esto no existe y dar la espalda a tantas familias y personas que lo pasan realmente mal?


QUE NO TE ENGAÑEN...


Efecto Werther: Un caso difundido de suicidio produce imitaciones. Este efecto toma su nombre del protagonista de la novela de Goethe “Las penas del joven Werther”. El personaje se quita la vida por amor y esto, refieren, instigó a jóvenes de la época a suicidarse de formas que parecían similares a la que perpetró el protagonista. Las autoridades de Italia, Alemania y Dinamarca prohibieron la novela. Años más tardes el sociólogo David Philips en 1974 determinó, mediante un estudio, que el número de suicidios en Estados Unidos se incrementaba al mes de que el New York Times publicará en portada una noticia de suicidio.


Efecto Papageno: la cobertura informativa de personas con propósitos suicidas que desisten se asocia con disminución de las tasas de suicidio. El nombre del efecto proviene del protagonista de la ópera “La Flauta Mágica” de Mozart. El personaje quiere quitarse la vida, pero unos espíritus infantiles le convencen de lo contrario, recordándole las alternativas a la muerte. Según un metaanálisis que el profesor Niederkrotenthaler realizó en 2012 “El impacto de la información sobre el suicidio no puede limitarse a los efectos nocivos, sino que la cobertura de afrontamiento positivo en circunstancias adversas, como se explica en los artículos de prensa sobre la ideación suicida, puede tener efectos protectores”


Nos quedamos con lo que queremos y somos poco coherentes. Existe un pacto de silencio entre los medios de comunicación de no difundir noticias de suicidio para que no se plantee el Efecto Werther y no se achaque a su medio, la muerte en cadena de personas por suicidio. Pero cabe decir que esto se puede dar (que no tiene por qué darse siempre, solo porque años atrás se diera) si aportamos una noticia de suicidio empapándola con el morbo y el halo de misterio que los autores románticos daban a los protagonistas de sus novelas que se suicidaban.

Por otra parte, tenemos el Efecto Papageno, que nos dice que, si realizamos una divulgación de la noticia desde la sensibilización y no desde el morbo periodístico, si realizamos campañas de prevención y si concienciamos a la población sobre esta realidad, las muertes por suicidio disminuirán notablemente. Si personas que presentaban pensamientos suicidas ven como otras personas que querían suicidarse no lo han hecho, puede producirse un efecto de imitación sano y adaptativo, así como una disminución, por consiguiente, de las tasas de suicidio.


Ambos efectos están ampliamente estudiados y por miedo a que se produzca uno, no queremos probar con el otro. Estamos cerrando los ojos, nuestros políticos y nuestras autoridades están cerrando los ojos ante esta realidad, haciendo que el tema continúe siendo un tema tabú del que es mejor no hablar.


Ejemplos claros fueron el del "Bosque de los Suicidios" en Japón y el del Puente “Golden Gate” en San Francisco (EE. UU). En ambos casos las autoridades detectaron que las personas iban a estos sitios a quitarse la vida. Las cifras eran escalofriantes. Hicieron campañas de sensibilización en los medios de comunicación y ampliaron las medidas de prevención in situ, para evitar más víctimas. El resultado, en ambos casos, fue una disminución de las víctimas por suicidio. Entonces, ¿es posible bajar la tasa y no incrementarla, como algunos nos hacen creer? Sin lugar a duda.


Cuando comparo las víctimas de suicidio con las de accidentes de tráfico no lo hago buscando el morbo de forma baladí. Las campañas de tráfico, de maltrato de género o de acoso escolar, han de existir, y han de ser aún más sensibilizadoras, persiguiendo la erradicación del problema social. No digo que estas campañas no hayan de hacerse ni que sean menos necesarias; son inmensamente necesarias. Lo que digo es que hay que tomar ejemplo de ellas y aplicar todo lo aprendido con ellas al tema del suicidio.


No es que la cosa pueda ir a peor, es que está yendo a peor y no se está haciendo absolutamente nada.


Podemos hacer mucho más de lo que estamos haciendo, de verdad, considero que la sociedad es capaz de desvendarse los ojos y mirar. Y tras ese mirar entristecerse y caminar hacia la solución.

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