¿HACES CASO A TUS SEÑALES DE ALERTA?
¿Te has parado a valorar cómo te encuentras en este momento de tu vida? ¿Tienes algún problema que te dificulte el desempeño de algún ámbito de tu día a día? ¿Has sentido síntomas físicos que hace un tiempo no percibías y que quizá puedan estar relacionados con cierto estrés acumulado? ¿Cómo te encuentras emocionalmente, qué emociones sientes ahora?
Algunas de estas preguntas son las que, a modo de revisión, sería recomendable que nos hiciéramos para evitar alcanzar niveles de malestar de los que, al agudizarse, sea más complicado salir. Es fácil que no escuchemos las señales de alarma, que nos dejemos llevar por la rutina (o en algunas personas el tedio) y hagamos caso omiso a lo que nuestro cuerpo y mente nos están comunicando: que quizá, nos encontramos mal.
El malestar psicológico podría ser similar al sobrecalentamiento del motor de un coche . Todos tenemos ciertas necesidades (sociales, personales, familiares, laborales) y buscamos que sean validadas. Pero cuando esas necesidades no están cubiertas, comenzamos a percibir cierto malestar emocional y mental. Esto sería el equivalente a cuando al coche le falta liquido refrigerante o aceite, que comienza a no funcionar como debería, empieza a hacer ruidos extraños, a perder potencia.
Al igual que el sobrecalentamiento del motor del coche, el malestar psicológico no es algo que sobrevenga de pronto, repentinamente, sino que va dando señales de alerta de forma progresiva. Pero, qué pasa si no las escuchamos, si hacemos como que no están. Pues que finalmente el coche termina parando y la reparación es más compleja. Y, qué pasa si hacemos caso a la luz de emergencia que nos dice que algo no va bien y cubrimos las necesidades de nuestro vehículo. Pues que, pasado todo, volverá a estar bien sin necesidad de pasar por el taller hasta la próxima revisión.
Haz caso a las señales de alerta que te van indicando que te encuentras mal. Tu mente y tu cuerpo te hablan, como los testigos iluminados del panel de luces de tu coche. Presta atención a la emotividad negativa (irascibilidad, miedo frecuente, tristeza habitual), al exceso de ruido mental, a la presencia de obsesiones, a esos síntomas físicos que no sabes muy bien a qué se deben pero que se agudizan en momentos de estrés (taquicardias, hiperventilación, sudoración, debilidad en las piernas, mareos, dolor de cabeza, problemas de estómago).
Estate atento/a a esas épocas en las que consumes una mayor cantidad de alcohol, más de lo habitual o te inicias en el consumo de otras drogas. Observa cuando tu malestar afecta a varias de tus vinculaciones sociales, a tu familia o a tu pareja. Y muy importante: Escucha cuando las personas que te quieren te dicen "No te veo bien". Quienes comparten nuestra vida pueden percibir aspectos que a nosotros/as se nos escapan.
Cuídate, no te abandones y si percibes que la luz roja de tu salud mental se enciende, párate y plantéate: ¿Qué necesito?
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